Síndrome del declive en personas mayores: prevención y tratamiento

El síndrome del declive en personas mayores se caracteriza por la pérdida de capacidad de los órganos y sistemas del cuerpo, lo que provoca grandes pérdidas funcionales ante pequeños cambios. La falta de actividad física y el distanciamiento social son algunos de sus signos. La prevención y tratamiento incluyen una buena alimentación, actividad física, salud mental y apoyo social. La fragilidad en personas mayores, relacionada con el síndrome del declive, también es un factor de riesgo importante que puede afectar su calidad de vida.

Desde Pimosa como empresa especializada en el cuidado de personas mayores podemos ayudarte a sobrellevar estas situaciones. A continuación te explicamos en detalle el síndrome y fragilidad en las personas mayores.

Síndrome del declive en personas mayores

Síndrome del declive en personas mayores

El síndrome del declive en personas mayores es una afección que se caracteriza por una reducción en la capacidad del organismo para responder a factores estresantes externos, lo cual puede provocar la muerte. Esta disminución en la capacidad de respuesta puede ser causada por una serie de factores internos y externos, que incluyen enfermedades crónicas, cambios en el entorno y otros factores. Los signos físicos incluyen falta de fuerza, lentitud al caminar, poca actividad física y energía, mientras que los signos psicológicos y sociales se manifiestan con inactividad y el distanciamiento social.

¿Qué es el síndrome del declive en personas mayores?

El síndrome del declive en personas mayores es una afección que se caracteriza por una pérdida de la capacidad de reserva de órganos y sistemas del cuerpo, lo que provoca grandes pérdidas funcionales ante pequeños cambios. Esencialmente, se produce una disminución en la capacidad del organismo para responder a factores estresantes externos.

Causas del síndrome del declive en personas mayores

Enfermedades crónicas y otros factores internos

Entre las causas del síndrome del declive en personas mayores, se encuentran las enfermedades crónicas, que pueden afectar la calidad de vida de la persona y provocar una pérdida de la capacidad física. Otros factores internos como una mala alimentación o la falta de actividad física pueden agravar estos problemas.

Cambios en el entorno y otros factores externos

Cambios en el entorno como traslados a residencias, cambios en el domicilio o en la rutina, así como otros factores externos como el aislamiento social o la falta de apoyo emocional, también pueden contribuir al síndrome del declive en personas mayores.

Signos y síntomas del síndrome del declive en personas mayores

Signos físicos

Los signos físicos del síndrome del declive en personas mayores pueden manifestarse con la falta de fuerza, lentitud al caminar, poca actividad física y energía, lo que puede llevar a la inactividad. También pueden aparecer infecciones recurrentes y una curación lenta de heridas.

Signos psicológicos y sociales

Los signos psicológicos y sociales de esta afección incluyen falta de interés, inactividad y el distanciamiento social. Esta situación puede llevar a la disminución del apetito, así como a problemas de sueño y de memoria.

Prevención y tratamiento del síndrome del declive en personas mayores

Nutrición y actividad física

La prevención del síndrome del declive en personas mayores puede lograrse mediante una buena alimentación, actividad física regular y hábitos de sueño saludables.

Salud mental y apoyo social

El cuidado de la salud mental y emocional, así como el apoyo social por parte de la familia y los amigos, son factores importantes para prevenir y tratar el síndrome del declive en personas mayores.

Medicación y otros tratamientos

En algunos casos, puede ser necesario el tratamiento farmacológico para mejorar la calidad de vida de la persona, aunque siempre tiene que ser recetado por un especialista. Además, existen terapias no farmacológicas para tratar el síndrome del declive en personas mayores, como la terapia ocupacional y la fisioterapia.

Fragilidad en personas mayores

La fragilidad en personas mayores es un estado de vulnerabilidad ante factores estresantes, que se traduce en una reducción en la capacidad del organismo para responder a cambios y demandas del entorno. Se considera un síndrome geriátrico frecuente e importante porque aumenta la morbimortalidad de los sujetos mayores. A continuación, se describirá en detalle tanto las causas y los signos, como la prevención, tratamiento y diagnóstico.

¿Qué es la fragilidad en personas mayores?

La fragilidad en personas mayores es un concepto multidimensional que incluye la pérdida de reservas funcionales, la vulnerabilidad a factores estresantes y el aumento de riesgo para enfermedades y mortalidad. Se considera un síndrome clínico geriátrico complejo que puede afectar a distintos órganos y sistemas del cuerpo. En términos prácticos, una persona mayor frágil es aquella que presenta un mayor riesgo de pérdida de independencia, discapacidad y muerte. Las causas de la fragilidad en las personas mayores son diversas y pueden hacer referencia a factores internos o externos al paciente.

Relación entre fragilidad y síndrome del declive

La fragilidad en personas mayores se asocia muy habitualmente con el síndrome del declive funcional en personas mayores. Este síndrome se caracteriza por la presencia de síntomas y signos de debilidad, pérdida de masa muscular, fatiga, disminución de la capacidad física y disminución del nivel de actividad. El síndrome de declive en personas mayores y la fragilidad se influyen mutuamente. Así, la fragilidad puede ser un factor de riesgo para la instauración del síndrome del declive, pero esta enfermedad crónica, a su vez, puede contribuir a agravar la fragilidad de la persona.

Diagnóstico y prevención de la fragilidad en personas mayores

Métodos de diagnóstico de la fragilidad

El diagnóstico de la fragilidad en personas mayores se basa en la evaluación clínica del estado físico y psicológico de la persona. Algunas herramientas de evaluación que pueden ayudar a identificar la fragilidad son el test de Fried, el KATZ ADL, el Índice de Comorbilidad de Charlson y la Escala de Evaluación Geriátrica Integral o Comprehensive Geriatric Assessment (CGA).

Prevención de la fragilidad en personas mayores

La prevención de la fragilidad en personas mayores requiere una estrategia integral, que se adapte a los factores de riesgo y a la situación socio-económica de cada persona. El plan de prevención deberá incluir principalmente la realización de actividad física regular, una buena alimentación y el abandono de hábitos nocivos como el consumo de tabaco y alcohol. A su vez, el mantenimiento de una buena salud mental y social es clave para prevenir la fragilidad en la vejez. Los programas de envejecimiento activo y las actividades que promuevan el mantenimiento de las funciones cognitivas podrían ayudar a prevenir la fragilidad.

Tratamiento de la fragilidad en personas mayores

Actividades físicas y hábitos de vida saludables

Las actividades físicas y hábitos de vida saludables son fundamentales en el tratamiento de la fragilidad en personas mayores. Los programas de ejercicio físico supervisados y adaptados a las capacidades funcionales del paciente, incluyendo actividades para mejorar el equilibrio y la fuerza muscular, pueden mejorar la capacidad funcional, prevenir el deterioro, y mejorar la calidad de vida y el estado emocional de las personas mayores. Además, una alimentación equilibrada y rica en proteínas y otros nutrientes esenciales puede mejorar la composición corporal y el estado nutricional del paciente.

Tratamientos farmacológicos y terapias no farmacológicas

La terapia farmacológica en el tratamiento de la fragilidad en personas mayores se destina principalmente al tratamiento de las enfermedades concomitantes que puedan estar contribuyendo a la fragilidad, sobre todo aquellas que tengan repercusión directa sobre la funcionalidad. Asimismo, diversas terapias no farmacológicas como la fisioterapia, la terapia ocupacional y las técnicas de estimulación cognitiva pueden ayudar a mejorar la función física y cognitiva, mejorar el estado emocional y prevenir el posible agravamiento de la fragilidad.

 

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